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domingo, 17 de febrero de 2013

WHAT CRISIS ? PARTE II.

Estamos inmersos en una situación sin precedentes. De donde antes era impensable recortar, ahora es casi de obligado cumplimiento revisar el gasto, sea o no necesario. El estado del bienestar peligra, peligra también el bienestar del estado, quiero decir que cuando empiezan a estar en la cuerda floja aspectos que antes dábamos por hechos y los considerabas como derecho absoluto, es que la situación es medianamente irreversible.
 
Con todo esto, que no es nada nuevo para nadie, hay dos aspectos importantes que abordan directamente a las personas enfermas de Alzheimer como un arma de doble filo. La diferencia entre ésta y otras situaciones, es que ninguno de los dos filos del arma es beneficioso para nadie.
Por un lado existe un problema matemático simple : si una persona es despedida de su empleo o ve recortada su capacidad económica a medio o largo plazo, es difícil que pueda darle su familiar, enfermo de Alzheimer, un mínimo de cuidados institucionales, es decir; es difícil, cuando no, imposible, que pueda beneficiarse de institucionalizar al enfermo o internarlo en un centro especializado si lo necesita, cuando la economía familiar no abarca ni siquiera para afrontar los gastos de la vida cotidiana.
Un centro especializado en demencias, o Alzheimer, es un centro que va a dotar al enfermo de unos cuidados que pueden realizarse en otros centros, pero también va a cuidar esa parte de la mente del enfermo que todavía no ha sucumbido a la dolencia, y nunca va a permitir que avance sin poner las suficientes cortapisas, aunque a largo plazo, sea quien todos ya sabemos quién vence. Un centro donde institucionalizar al enfermo, sea o no especializado en demencia, cuesta a menudo, un esfuerzo económico a los familiares. Es verdad que en ocasiones, más bien pocas, con los ingresos del usuario se cubren, pero otras veces, la mayoría, no. Entonces son los familiares los que deben sufragar este gasto.
Por el otro lado, el doble filo de la navaja ataca directamente a las instituciones, que se han visto obligadas a recortar gastos, debido a que cada vez menos personas solicitan plazas para internamientos, y cuando lo hacen, intentan siempre beneficiarse de estancia cortas o bien de estancias de día, que siempre son más económicas. A la misma vez, si hay recortes, es muy probable que la plantilla de las instituciones se haya visto influida. No es necesario en todos los casos, pero ocurre. En las instituciones en las cuales prima el bienestar de los enfermos, los recortes han seguido la pirámide de la importancia y la necesidad, es decir, los centros han hecho todo lo posible para que usuarios, familiares y trabajadores, por ese orden, sufran lo menos posible la situación. El caso es que sin usuarios, no hay ingresos, y sin ingresos, no hay bienestar, al igual que pasa en la nación.
 
¿Qué opináis de los recortes económicos más allá del bienestar? ¿Es justo que la situación del país ataque de forma implacable a las personas dependientes?
 
No olvidéis pinchar en Me Gusta si os ha parecido interesante el post y esperamos vuestros comentarios.
 

2 comentarios:

  1. Pues yo creo que los recortes tiene que haberlos porque no hay dinero. Lo que pienso es que los recortes deben priorizarse, dejando para el final aquéllos que afectan a las personas más desvalidas. Los enfermos de Alzheimer entre otras enfermedades igualmente crueles son de los más desfavorecidos de la sociedad. Un beso y una gran sonrisa :))

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  2. Claro Águeda! Si es verdad que no hay dinero, pues no lo hay y eso es indiscutible, pero hay que priorizar antes de recortar, eso también debería ser indiscutible.

    Un besito gordo!!

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